miércoles, 29 de septiembre de 2010

Las otras lllamas

No sé cuándo, pero hasta hoy vengo cargando un imán que no repele la mala causa, la atrae y se pega a ella con ondas ajenas a existir en cualquier otra circunstancia, pero que en mi caso aparecen diariamente, camufladas por la suerte a palpar entre actos la sustancia desecha que mira la fortuna en extremos no tan dóciles para llevar una vida congruente.

Eso es, mi vida es una serie de sucesos no reales que frecuentan aparecer al germen de mis decisiones, esporádicas y ficticias que claman por ser otras cuando son aquéllas. No sé la causa de éstas, pero mi piel tiembla, ríe tras pasar la mañana, y gotas de agua fría flotan sobre su textura llamando las brasas de otro cuerpo, otro cuerpo que no es aquél o éste sino su piel castaña en singular, la que flota y merodea al apagarse la noche sobre la luna y las maldiciones cotidianas, el cuerpo es aquel, lejos del que tengo, él que me pertenece sólo cuando está solo.

Así las últimas cenizas bregan en un fuego aparte, solemne, que podría extinguir un corazón a un suspiro que lleve al viento a provocar un tornado extinto desde hace años por el sentimiento bandido y compuesto de otros matices, reinantes de contradecir los cielos e ingerir ósculos por dragones, dragones en el aliento voraz que se extiende en su aliento de besos, aura de labios mojados, grietas húmedas que susurran en su niebla la felicidad y sus ariscas formas que rodean mi mente.

Clemente a otras, afrodisiaco a ellas, pero sólo rendido a pensar por otra a la que ahora siento. Es así como emana de alguien la inspiración, con ganas de chingar y contradecir sus sentimientos por intentar extenuarlos en sofocaciones del alma.

Las bocinas truenan, se dan mordiscos raquíticos, se erogan en portales que levan por tirar del sonido un grito, escucho y me miro, horror puesto y agitado, allí, dónde perdí mis pasos por oler el culo de tus huellas. Tu cuerpo de sal empuja de tus labios las llamas, hielo artificial del mar que me hunde, me hunde y asfixia, me defiendo, pero mis besos no llegan, los detienes, los lastimas, los transformas para dárselos a otros, les dices que son originales, tuyos, pero lo sabes y te divierte, tu boca llena de gusanos invisibles que le dan cosquillas a tu risa, tus gusanos que les vomitas a otros cuando sonríes , y en su espumarajo te envuelves, te divierte, te fascina complacerte atrayendo lo peor unido a tu temor, eso es para ti el amor.

Las otras llamas que prenden la muerte, la muerte colgando de un suspiro que se lanza desde el infierno para intentar alcanzar el cielo, ¿es tan malo eso? Parece que sí, mis últimas chispas calcinaron las estrellas, desistieron en una minuciosa mirada preñada de confusión por caer en ti, por caer en tus gusanos y besos, por alternar tus deseos y sumarle egos, por tirar noches; noches sin consuelo que beben y se machucan de tu cuerpo, alas sin espejos que se le han caído los sueños. Las otras llamas que se deslizan en el silencio, arden, arden solas y se sofocan de su fuego, lágrimas de hielo que queman el infierno. Son las mías, las que lloras, cuando desecha tienes los ojos en las otras llamas, llamas a otras llamas.

Tengo hambre y sólo me he comido tus sueños, por eso la tengo, por haber mordisqueado tu cuello, por eso me enferme de mi pancita, por haber tragado mierda.