martes, 10 de agosto de 2010

Confer


Escribir por escribir. Vivir por vivir. Morir por morir. Escribir viviendo a morir. Vivir muriendo a escribir. Morir escribiendo a vivir.

Del estío al estío, la fecha siempre llega. Un puntal agudo que vive desde las primeras horas de la noche hasta que otra nueva luna asesine el estruendo. Un día, un día, es sólo un día, normal y pálido; especial y magnético. Es el día que viste de eternidad con un suspiro de mi cielo. Es mar, es suelo, es aire y tierra. Es yo, es otro. Es allá, es ahora. Es una fecha, y es vano. Es todo recuerdo, y todo olvido. Es el silencio contando una historia, leyenda de un misántropo con auras de paladear el infinito, de probar algo grande y vivir ese momento. Es hoy, diez de agosto.

Nací, moriré. La última palabra me gusta más que la primera, pero la primera me da menos miedo que la segunda; y la nada se alimenta de este abismo. Limen de hoy, limen que sólo recordaran menos de los que me estiman al día de hoy. Hoy nací desde hace veinte suaves giros que mantienen el universo flotando, hace veinte sueños que vivo alucinando conmigo mismo, con mis egos y acariciando el de otros.

Las mañanas se desnudan, las noches se murmuran. El día brilla más cuando comienza la noche, la noche luce los lienzos más profundos cuando comienza a llegar el día. Y se desvanece el tiempo en la belleza que se desliza en lo más vano y absurdo, en delimitar espacio para que naveguen los segundos a las 21:30pm, la última mirada del año, el refugio que se escapa de las manos.

Veinte años con el único dueño que carecen. Y el estruendo se engancha. Ya han pasado veinte años como pasó el primero, como también pasaron cinco, luego diez se convirtieron en doce, profundamente se aceleraron los días y me fui hasta los quince, pronuncié hermosas estrellas al inhalarlas a los dieciséis, las exhale a los diecisiete cómo manías desechas y apagadas a partir de los dieciocho para incorporar miedo de represarías a los diecinueve. Todo parece tan lejano, hasta las mismas cosas que me prometí no olvidar y ahora no las encuentro. Un letargo que pasa sobre la conciencia, de ahí duele ser más añejo; de pasar el infierno despierto con los ojos ciegos y al final fingir que no observaste. Si han pasado ya veinte años, ¿qué tan rápido llegarán los veinticinco con pinta de treinta, los cuarenta con risa de cincuenta, los sesenta con ironía de que te llamen anciano si aún no sabes cómo es que han pasado sesenta años y sólo has visto menos de cinco años que te recuerden lo vano de otros diez, que a su vez éstos te rescaten memorias de hace 20, y los otros veinticinco sólo te prometen t te gritan al oído que ya tienes sesenta años.

Ese el problema que me llama y me susurra cuentos en las noches, que me besa entre las piernas como una golfa piromaníaca que se enciende los senos. Lo duro es tener veinte, golpear las pestañas del mar, observar el cielo, pasar unos giros sobre el suelo, bailar en el infierno, soplarle las velitas al amor, y en menos tiempo que esto, quisiera ya tener los sesenta años que dije porque ya tendría ochenta y la muerte contándome chistes y echando un masaje que se siente como si apenas tuviera la sensación de mis ósculos de los trece años, del amor de los dieciséis, de todas las cosas criminales y caóticas de los diecisiete. Todas las profundidades en algo nuevo.

Cumplo veinte sin refugio, no importa la edad. El tiempo fluye y no lo culpo, la vida mueve el péndulo de los segundos que me faltan con gran afán. Eso es lo duro. Duele más vivir que morir, ir y tal vez desaparecer del sueño de vivir; no vivir más cuando el tiempo se nos hace menos, eso es lo cabrón y ojete de la sabiduría. Tener que dejar el puto infierno…

Al final el infierno convence con sus atracciones, es más deliberado y hedónico; más divertido. Si Dante lo hubiera visitado sin mas que resistirlo, hubiera sido encantado con el sin número de Beatrices colmadas ahí dentro, desnudas de mente y vestido; listas para jugar con su amigo “El Coqueto” xD , sólo que en ese momento se lo sube la redención a la eternidad y se chupa el pecado todas las noches, oferta no tan mala pero de duro crédito; porque sí, es eterno y ahí procura seducir el infierno. Pero Alighieri decidió el amor, ahí está lo intenso, lo intrínseco, lo ontológico, la última locura de creer para ver si te lleva la chingada, es decir, el paraíso.

Ir al infierno para que después te lleve la chingada es la única salvación, solo que mí fe está bien puesta en el pedestal más puro y doloroso: Amor. Es difícil mirar el semblante con el que llega Mefisto a mi cuarto y no pensar esto: Éste cabrón sí está más jodido que yo. ¿Pero quién puede insultar al modelo más perfecto y, con carne de literatura, mejor descrito como el símbolo viril más bello? Es lo duro de el miedo, pensar que ya estas jodido. Jodido porqué te claven por tus sentimientos escondidos y temperamentales a seguir los ideales, a tener miedo de lo que crees sí es malo por ser distinto y engancharse a ello.

Pero ese es un pensamiento sólo verdadero, en mi realidad no hay tanto espasmo mas que por un tratado inexpugnable que es el paso de los años sin el gozo de ellos. Carpe Diem parece una maldición a la que ya no me puedo pegar y cumplirla. Mi ornamenta la perdí por un no sé por qué, mi armadura ya no brilla y desde hace rato pienso en hundirme en aguas pantanosas para ver si puedo renacer.

Nunca pensé cruzar el abismo que ahora paso, el umbral que pedalea y se sujeta a la gravedad del origen y fin, pienso que el Leteo me salva, pero no aguanto mis pensamientos. Si en verdad la quisiera de vuelta ya la hubiera dejado de amar, pero al final no me convence la idea; me gusta conocerla en el recuerdo que tengo de ella. Aún así, llegué cabalgando por un empuje de adrenalina, por un vértigo incontenible que traigo entre el pecho y palpita cada segundo bajo percusiones que admiro por su belleza. EL corazón en un Leo, es realmente lo único que se puede llevar puesto al tener que huir.

Mi refugio es un prisma con símbolos de difícil aprensión para un extraño: Son letras, son sueños, son egos, son años, son suspiros, son susurros, son sentimientos, son pensamientos, son sensaciones, son mares, son cielos, son infiernos, son dioses, son demonios, son piratas, son creadores, son bandidos, son ídolos, son héroes, son satisfacciones, son amaneceres, son lunas, son autos, son poemas, son noches, son gatos, son felinos, son peces, son Nicolás, son reyes magos, son maricas jodidos, son kilómetros, son carreras, son velocidad, son murmuro, son silencio, son flores, son insectos, son hot cakes, son mujeres, son libros, son relámpagos, sensaciones, son música, son amigo, son Rebeco, son padres, son escuela de mierda con pinta de prisión, son café, son onironauta, son besos, son navegar, son estrellas, son universos, son estelas, son costas, son ciudad, son ejercicio, son perfección, son obsesiones, son ilusiones, son enfermedades, son alucinaciones, son triunfos, son lágrimas, son reflexiones, son espejos, son ver, son pasear, son calle, son billar, son gimnasio, son autódromo, son un valle, son suelo, son paraíso, son ella, son nadie, son todo, son tiempo, son espacio, son matemáticas, son literatura, son páginas, son tumbas, son imaginación, son inspiración, son dragones, son leones, son canciones, son Beethoven, son agua, son tierra, son aire, son fuego, son destino, son odio, son melancolía, son desolación, son depresión, son fatalismo, son nostalgia, son recuerdos, son olvido, son alegría, son felicidad, son corazón, son palpitar, son anhelo, son deseo, son astrología, son tarot, son videojuegos, son vida, son muerte, son amor.

Al presagio de vivir, sólo queda vivir. Las llamas se extienden hasta escribir, y sólo los años pasan para no morir. Veinte años, ayer y mañana, ahora. Veinte suspiros arcanos, veinte sueños al vivir, escribir y morir que los relámpagos bajan en la fertilidad del sueño.

lunes, 9 de agosto de 2010

Póstumo desvanecer

Desistir por postergar, inundar por nadar. Suelo y cielo renacen y redoblan el tiempo, persiguen una distancia constante que sea agita y se expande; día de pronunciar contradicciones diáfanas por un vacío al abismo de un limen enjaulado en límites de intervalos del umbral.

He aquí, mi aura que baja y se desespera. Estoy enfermo y la fiebre me lleva a alucinar tribulaciones incoherentes que riman con las estrellas, las mismas estelas que se rompen en el silencio cuando se bregan tras un reflejo bermejo, pronunciando asteroides y palabras sobre las retinas de incluir todo en nada: Amor.

La sábana se extiende, me cubre en un infierno que me ahoga, es eterno el momento y pasa tan rápido que es difícil decir que es lento; porque así me voy quemando bajo este minucioso universo cubierto de inquirentes oniraciones clasificadas sólo para la teología… cubierto siempre con cenizas que atacan yugulares, que bajan sobre mi garganta y me hacen estornudar como un grado melancólico de elipses y turbulentas obsesiones.

He descantado el portal de la magia para vencer en la mística. Premonitorio al hedonismo, hay un Buda comiendo hamburguesas en McDonald’s, y un Mahoma echando suelo entre prostíbulos del vaticano; de mis ojos nace una sonrisa, se observa por el cielo como un relámpago de desdicha al que le caiga. Orfandad y un gesto gaseoso tras pasar una hora en cada minuto que no puedo dormir. Comienzo a blasfemar, comienzo a profetizar… Ven aquí, dulce aire puro de melancólicas pupilas, quiero que me beses con tu boca de injurias profanas y herejes.

Me gusta el mar, me gusta el cielo, me gusta atravesarlos diario bajo sedantes que aún no se descubren por el ingenio de toxinas nubladas. Me gusta trepar tu castillo de arena para que se caiga y me mee sobre él. Me gusta observar y me gusta hacer cosas que se prohíben al pasar.

Y en una costa de turbulentas olas, viene un velero nadando con anclas clavadas hasta el núcleo de tus sesos, de colores viene, con sus velas volando en el cielo. Sólo déjame naufragar en tu cuerpo, en tus sentimientos que se susurran todos los ídolos marcados como Dioses.

Legiones que vibran, vibran en gitano. De ver estrellas tengo ojos en el paraíso, un ritual menos que se descompone con las siluetas que bailan en la ceguera, un estruendo que sólo escuchan los tímpanos marciales que provienen del centro del infierno; porque aún queda levantar la última legión en esta guerra: la de los vencidos. La nuestra, la que tenemos que ver diario y nos pegamos a ella, la que tiene marcada un orgullo por haber sido desterrado y clavados por nuestros sentimientos. Y es aquí, territorio dónde todo axioma nuestro es un real equívoco, es aquí el pulir la sangre con cada versículo, con cada testículo que aún tenga huevos. LA hora se acerca, la hora se pierde en nuestras miradas como una silueta pálida, melancólica y orgiástica. Ven ahora a mi destierro, ven a ver cómo tiemblo por agarrar una lanza y arrojarla al cielo, ver como se derrite y emergen estelas que caigan sobre tus ojos. Porqué la última guerra es por amor, lo sabes…

En el incienso se acobijan los amuletos, se carga de manías las voces de las próximas sinfonías, aquéllas que vibran entre nuestras fantasías, esas que otros piensan como crímenes y nosotros soñamos en evaporaciones liquidas porque sólo están hechas de nuestros corazones. De ideales vivimos en la última legión, la que está en el infierno, en la que clamo por mis sueños.