jueves, 22 de enero de 2009

Frente al espejo


Y así, dictatoriamente este reflejo que me persigue en cada rama de grados. De ese vínculo fantástico que es paralelo a mi, que reside en observarme, en admirar mi ego perdido, en cultivar narcisamente la imagen tautológica para perder al invasor.

Misionero fantástico de llama. Del infante déspota de la realidad, cuya ilustración arraigaba una vista decorosa sobre cualquier reflejo. Orgulloso de este hecho, caminaba de la mano de la estima de la dicha carisma. En panfletos de amoríos de Platón.

El medio trascurrido dio resultado: El yo presente. Un mortal que crece ente los fantasmas abismales del recuerdo, llorando así la dicha pérdida. No vocifero la esperanza, si no que grito seco clamo la aceleración del rito arcano.

Sufrí así de las edades. Se manifestaron fantasmas que albergaron mis ojos, y de la tradición del espejo fui maldecido. Horror de ángulos de mi fuerte, pavor de mi igual condecorado a regular. Pasión de mí vista a la pálida de Horus.

Y de los espectros frente al espejo profano, declamo mi instancia en un acento de Marte por el épico Apolo…

-No me mitigo a tú ofensa, no me abrazo más a tu engaño, no me rodeo ya de tus ojos. He venido aquí…

Y enfrentando de buen valor a los monstruos escondidos, afrontando los fantasmas sumergidos, y derrochando a tiempo la demanda del destino. Pido al espejo una respuesta; una respuesta que cumpla con la angustia de mi grito.

Y entre alucinaciones el espejo responde…

Responde con el mal nacido cantar de mi frustración, y responde con su epíteto de cripta: Me imita y me iguala, se mofa del sufrir al fingir que es mí igual. Se mueve a la par de mis lágrimas sin llorar. ¡Oh maldita artimaña del demonio! Ya no puedo vivir sin ti y no puedo morir sin ti. Eres mi yo del tú .

Frente al espejo, mi muerte de mi muerte a la vida…

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