lunes, 16 de febrero de 2009

Conciliación de soledad

¿Qué castigo cobramos los justos y pertinentes rubros de deísmo por el arbitrario y seductor momento de sociedad? Si bien los cuadros medievales desfilan en una perdida y estrecha visión de cartas monumentales; y el renacimiento como una atribución revolucionario en la clásica era post-moderna que arroja el sacrificio de la casta intelectual por la reducción abismal de los masificados.

¿Qué descaro es la consecuencia del “triunfo” de igualdad encadenada, de libertad soslayada, y de fraternidad esculpida? ¿Acaso es el mutualismo de las reducciones blasfemadas por la correlación de la mutabilidad de los infiltrados en el protagonismo de balbuceo? Dejando la triste llama de las retinas sociales, vengo a facilitar la imagen requerida; radical en la sistematización vehemente, me arrojo en los perdidos párrafos para facilitar al templo, los instantáneos y reductores de mi separación del pueblo voraz y copulado.

El infierno es una triste imagen que ya no sobrepasa la bitácora del miedo; si no una idea sombría y reductora de un triste mito. Pero ante la expectativa y atribución de los esquemas y las prerrogativas del dolor y angustia que el mustio de la palabra recrece, conllevo en mis faces, la luna reductora de mi bien.

Tengo que afirmar, que mi infierno no esta sustentado en miedo y fracasos, si no en una represión que se alberga en el sentimiento. La exhibición prohibida de la metáfora es la contemplación del realismo, y yo no puedo albergarme en esos campos; son demasiado oscos y fortuitos para morir. Mi infierno esta contenido en la decisión gutural del destino, sobre vasos de sangre que recriminan mi nacimiento, ante estatuas de luz que oscurecen mi sombra, sobre ramos perdidos que se filtran por el velo, a nubes extensas que llueven sobre mis ojos la raíz más nefasta y fatalista que alguien puede padecer: estar solo.

Sí me quejo, para qué negarlo, pero no destituyo en eso ningún cambio, más que estar solo, sólo contemplo la reducción de mis días de una forma individual… ha!! Que buen pedazo de crítica reductora a mi mal; como una confesión al llegar con Mefistófeles y preguntar por mis pecados.

La causa es simple, salvarme. En el fondo siempre estuve con ellos y seguiré entre nosotros. Pero en la estancia de pendones que caen en la defensa intima, lleva a que me hundan en sus paraísos dogmaticos y amplios de basura. Así que mantengo la distancia dinámica entre el Ermitaño de letras y el nefasto crupular de las horas presentes. Doble faceta recurrida.

Si bien estoy hasta el carajo de loco. Mis ratos de insano son en la trayectoria que recurre a mi fortuna de ideas. Pero siendo honesto y sin dar pretextos intangibles a su comprensión, admito que siente de mierdas a primeras eso de estar solo. Y en esta triste noche, quiero reprimir ahora, esta conciliación de la soledad que padezco desde hace unos buenos años. Y rescatar el sujeto fiduciario que alguna vez llevó sus sueños, en un paño de carne de confusión y transmuto su afán en una cripta que ahora camina. ¿Pero a quién hago pendejo? se que seguiré en este concilio de la soledad…

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