sábado, 7 de febrero de 2009

A la seca máscara. Ella...


Como introvertida cucaracha eres,

buscando mi azúcar por tus tales mañas.

Qué buen esperanza me afama

a tu rastre certero de cama,

a tu finito corazón de telarañas,

a tu disfrazado cielo de cantares…


Maya tus flexiones.

Trisna mis devociones.

Fama el cielo de tus acciones.

Grazna la penitencia de tus dimensiones.


Infame criatura de la clara,

construye tu manzana del arca

con la tristeza de mi noche blanca,

y de las estropeadas figuras de mi cara.


Te envuelves en una máxima carpa de ponencia,

más no sobrepasas tu mayéutica de lombriz,

presumes con oración de tu gran velo de emperatriz,

más ese telón es la misma carencia.


¿Pero que te puedo decir?


Si sólo soy una herradura de tu establo,

soy tu convicción de lo raro,

el desperdicio de tu coro,

el puñal al que le falta filo…


Sí, en eso me contribuyo, pequeña

cucaracha de enorme caña,

infeliz insecto negro que carna…


Infierno de mi esperanza vana.


Más de todo esto sólo destituyo una cosa…

A tí… querida de mí enclaustro.


¡Finalmente…! ¡Termine el espectro!

Y ya no constituyo tu balsa.


Adiós soledad mía…

¿Incomprendido?


O
¿Incomprendido por sí?


--Dedicado a nadie—(a todo)


Inspirado hace tiempo


Escrito antes de ese tiempo…

¡¡Claro en las veces que la he cagado!!

Y tres mujeres llevan ese estado…

No hay comentarios:

Publicar un comentario