viernes, 10 de abril de 2009

Hoy no quiero escribir, hoy quiero morir

Con el labio cortado y las migajas de razón, quiero desvanecer la suerte de mi dicha. Realmente lo he intentado, pero el resultado siempre es el mismo: sigo aquí. Perdí el ímpetu glorioso que calzaba mi vida, así como el resguardo metafísico que gozaba ante cada día. Pero hoy veo el presente, una sombra de demente agonía, y francamente no sé que siento.

Las preguntas redoblan mi mente, y ante una respuesta incierta descubro la tristeza, cosa que por pena, tira los sentimientos en éxtasis jamás encontrados pero siempre disfrazados. La verdad siento asco al encontrarme aquí, pero la destreza de la honestidad me mueve a caminos más melancólicos y más insípidos de esperanza, cosa sin igual y encaminada a un suicidio mental.

Me gustaría sólo estar solo de la soledad, pero amablemente yo la busque, y en el fondo la idolatre hasta caminos incinerantes. Pero el quehacer de la opresión juzga mi realidad, la destruye y la embarra en los portales gratificadores de ruina, para después oscilar en la perfecta secuencia de trivialidades a nombre de las quejas.

Abiertamente quiero siempre cerrar mis ojos, olvidar lo que ahora tortura, seducir lo que ahora juega, tomar lo que ahora prohíbo, y ser lo que ahora sueño.La vida es tan compleja al punto que ya nadie voltea hacia ella, se ha olvidado la vida por pasar en ella. Pero hoy es mi peor día, no por toda la carga de voluntades que han pasado, sino la cabal aceptación de la realidad. Creo justo decir a quienes me vieron en la dicha y rezaron por el infortunio, que ha pasado ya; así que pueden celebrar y coquetear su pasado con la risa prismática de la satisfacción.

Hace tiempo que morí, lo había pensado pero hoy lo he comprobado. Espere mi resurrección pero llego tarde a mi existencia, y lo más triste es que me he quedado con este pendejo que nació cuando yo morí, realmente extraño tener alucinaciones que siempre se cumplían, de bajar los centauros verosímiles y de vivir como aquél lo hacía.

Intenté con gran afán hacer nuevos sueños, pero los pasados reclamaban su entierro; comencé a hacer su urna, pero necesitaban una tumba. Pero ahora rezando el nunca acabado sepelio, desprendo la única verdad que queda: Ya no soy yo.

Ya no soy leo, ya no soy astrólogo, ya no soy fantástico, ya no soy ilusionista, ya no soy soñador, ya no soy astuto, ya no soy inteligente, ya no soy un cabrón que siempre jodía, ya no soy social, ya no soy amigo, ya no soy un loco por cada estrella que encadena la belleza, ya no soy rival, ya no soy uno, ya no soy yugo, y simplemente ya soy un imbécil sin lectores.

Estoy muy lejos de ser escritor; ahora me doy cuenta, así como estoy lejos de ser piloto. Sólo veo de cerca que he fallado… lo siento por aquél que vi sonriente en una foto con 3 años de vida y dispuesto hacer lo que necesario fuera, lo siento en verdad por sus sueños, lo siento por su muerte. Realmente lo siento.

La vida es dura y siempre había encontrado la forma de seguir, pero de esto; que es deplorable y a la vez incorregible, supongo que es el fin, y lo mejor es que nadie recordara lo que fui; sólo esta carta recordará lo que soy.

Triste luna, asoma a tus nuevas lágrimas.

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