jueves, 9 de abril de 2009

Oculta fantasía

Por la noche despierto y me pregunto cuánto tiempo queda esperar, y más de lapsos, la idea de la inexistencia por lo siempre reinante en los portales de alucinaciones sublevadas, toma el control sobre la fluidez de las horas bajo mi cama. La muerte toma forma en las reducciones que cuestionan la posible y no tan bienvenida futura promesa. Sin llegar tarde, la idea permanece escombrada junto al colapso de los sueños, y sin abandonar, fatalmente, su voraz significado.

Insatisfactoriamente las correas de su hora llegan sorprendiendo al más sereno. Pero más que correr hacia la muerte, ahora me preocupa mi vida. Más que no oscilar en su trayectoria, es el hecho de querer seguir vivo para poder continuar en los mantos románticos de la letra, y así recorrer el tiempo en un antojo determinado. Pero tanto la vida y la muerte no son elecciones libres, tal vez sólo el albedrío queda para los pendejo y otros imbéciles cuya mala fe; alcanza a proyectar el posible control de su vida, pero los reinos radicales entre la vida y la muerte, marca el fin de contrarios para comenzar unitarios.

Vorazmente el tiempo nos vomita desde afuera, acción cuyo empeño debe ser agotador y siempre puntual, pero la gula de horas, años, días y semanas debe ser formalmente al gusto de lo que padece la pérdida de imágenes y recuerdos.

No me basta decir que hoy estoy escribiendo pura y solemne estulticia al borde de cortarme las manos, y así asegurar el enfreno de ideas sintácticas y totalmente a la deriva. Basta con reír de los dos párrafos redactados, para saber que lo escribí en 15 min. y la mancuerna de locura gira en lo que no debo ir por lo incipiente olor de la mierda: la vida. Realmente cuesta vivir, tejer todos los sueños y tratar de formarlos en la realidad si caer a la orfandad. Más si de una forma muy imbécil, se depositan todo los sueños en alguien, y este pedazo de ególatra los manda a su colección de jactaciones de días festivos, y así recordar que los tiene invertidos cuando las lágrimas grises perfuman todo su ambiente. Pero bueno, razón de menos por la cual los recuerdos de tener una personalidad existían, y no el hojear del pasado.

Creo que no tener lectores, es la mejor forma de retribuirse la basura y decir: es mía. Pero la cordial punta de locura me lleva a ser un arisco sostenido por el velo de un ermitaño, cosa que sin igual pasa a minimizar las perduraciones encontradas, y tocar el suelo desde semejante paraíso inconforme.

Más si una idea vaga me recuerda: ahora eres un pendejo… hahahhahaha estoy por la mierda de loco, así que igual he recuperado el sostén de mi personalidad, pero a la vez la olvido al cargar aquella queja de sombra llamada: consciencia. Me gustaría asesinar mi consciencia, tristemente cuando lo hice, me iba mejor; y ahora que la cargo sobre todos lados, esta para estorbar diciendo que es lo que se puede contribuir en toda la gama de plenitudes, no cabe duda… ahora los sueños nunca olvidados y los simbolismos siempre encontrados los he perdido por una nueva voluntad: El realismo, cuya orilla de naufragio me levanta todo lo que odiaba en lo que ahora soy. Que bella magnitud he contraído en la enfermedad de los imbéciles.

Espero curarme pronto y así, poder bajar los sueños de estrellas en sus manos.

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