domingo, 19 de abril de 2009

Cabales locuras


Mi nombre no es importante, lo único importante es saber como mandar a la chingada todo este dolor de juicios inspirados, tal vez entre el trayecto de la libre escritura; como una acción sin más recuerdo que comenzar a escribir sin la necesidad de parar, es la opción más recreativa y sólida, para conjugar un plural sin la necesidad de soñar.
Hoy me entrego entre las églogas de los sueños, de aquellos sueños que fantasean con la realidad sin saborear los besos empiristas, aquellos sueños que van cazando los portales de felicidad entre las aromas que desenvuelve la noches por el siempre atribuido fracaso, aquellas noches en donde despierto caminando entre los reinos del cielo; para saber que están muy altos. Son aquellos sueños entre las lunas, lo que me despiertan entre las cadenas de la libertad, los que ahora me levantan y me hacen decir: Me vale madres… ¡¡la vida es chingona!!

No quiero sangrar entre la rebúsqueda del pasado, y mucho menos ver las caricias perdidas del tiempo; que por una u otra causa, se llevaron la supuesta dicha a un purgatoria de llaves escondidas, no quiero buscar la puerta escondida, no quiero caer entre los rincones de un amor estático en los tributos del pasado. Y más fácil, sólo quiero mandar a la mierda los recuerdos jamás muertos y siempre colgados, por los nuevos atardeceres de mariposas levitando, de cuadros comiendo el reflejo de los lagos, de olas de viento susurrando; que el abismo no separa el infinito, que las horas bajan a fluir entre penas sin orillas.

Escribir y escribir, ¿qué otra dicha se suspende entre los horizontes del paraíso? Sigo escribiendo y no me doy cuenta que no he llenado lo menos que debía haber hecho, sólo he escrito los panoramas frustrados para poder decirle al primer imbécil que pase entre mis ojos: Hey tú… ¡pendejo!, vete a la mierda; y lo triste es, que paso frente ese espejo… lo veo y me cercioro que soy yo, y no queda más que cumplir lo que prometí:

-Hey tú… ¡pendejo!, vete a la mierda.

Después me cago de risa, y noto que apesto; cosa que agrava la situación de hablar del recuerdo; de aquellos días mientras me zurraba la vida y la única forma de limpiarme era con la saliva de dios; pero a la mierda con esos días; más pasados y muertos están para aquéllos, que para los que yo recuerdo.

Descubro lo divertido que es jugar; morir y resucitar, ¿qué esperar? El día es corto; y en él, se puede dormir. Pero la noche es larga como un universo lujurioso de medievales sueños; y en ella, se puede gritar cantidad de obscenidades que se convierten en una acción púdica y pura, no importa desde donde estés, la noche siempre te encontrara para convertir los pecados en ritos santos.

Entre la fantasía yo vivo, me despierto y no hay lugar para la acides de la realidad, para los blancos campos de la infertilidad de la vida, para los horarios de micas personales, para los centauros que levitan sobre la seguridad, para los corazones vacíos de fulgor, para los reutilizados marcos de personalidad, para los emancipados fondos de fe social, para confundirse entre los cariños de un corazón, para levitar entre las manchas de un amor, para tener lo que ahora se pierde mañana, para caer entre los peldaños de razón, para soldar el motivo de existencia a una televisión, para cabalgar entre el trabajo de formar la masificación; no hay lugar para eso. Sólo hay lugar para nosotros; sólo hay tiempo para estar soñando entre tus sonrisas de labios, mientras acariciamos el cielo con nuestras manos.

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