sábado, 18 de abril de 2009

Pendiente sueño


Parece que con gran recreación, el mundo se mueve entre las mentiras que más liquidan sus intereses, así como oscilan entre el signo fatalista que viene a estrechar los rincones menos propensos de desenvolvimiento; tales como ir a un estadio de mierda, para ver a pendejos de más mierda, o acumular records siempre puestos ha prueba bajo el semblante de una televisión, sólo para comprar por minutos, la grata gloria de haber pasado no menos horas en la televisión que en una cama sin huéspedes. Pero eso esta bien, entre el yugo que se contrae al ver la dicha que se desenvuelve entre la piedad de la hueva, es obligación de la satisfacción levantar la voz y decir: A la mierda… hoy no hago nada.

Pero entre toda esa cadena de suplicios de placeres, decido declinar. Tal vez elegir entre un masoquismo anímico que naufrague entre las horas y la hueva, y otro que llegue débilmente a las costas de la completa inutilidad, decido ahogarme entre una vieja premura, que a destiempo y sin menos que esperar, decidí dejar para después de un mañana sin regreso.

Hoy pienso en eso, y me resguarda la sensación incorregible de llegar a los pasos de la obligación para enfrentar las penurias que ofrece el cuidarse de uno mismo, y como entre la madrugada de los pensamientos, así como en las locuciones que perforan los instintivos campos de la voluntad, el tener que hacer los extemporáneos sueños, hace que el peso colapse en los albores dela equidad, equidad que viene a consagrar los incorregibles momentos de promesas y fortuna. Hoy pienso eso… y francamente; hoy lo debo de cumplir.

Desde los pilares de mis hojas, prometí escribir diario y con toda la anuencia posible. Escribir por catorce días, catorce ensayos. Hoy lo pienso, y camino entre la idea; la mastico para saborear la pendejada de mi sueño, y la vómito entre estos renglones, para saber que se esta haciendo realidad. No me interesa que debo, o que es necesaria cualquier cosa para escribir hoy, sólo necesito despertar entre el ahogo de lágrimas, para poder escribir mierda y demás, al viejo juego de sonoros asistentes.

Hoy me gustaría agarrar un nombre, colocarlo entre la silla de los condenados, y comenzar a aventar toda una saga de estimos, y conjuros; para poder hacer que entre la van gloria de a partir de ahorita, comenzar a escribir de manera fluía y sin detener las manos. Eso pasa cuando, entre un sueño pasajero y extracto, prometes escribir durante el tiempo que no debes escribir; como una obligación costosa y sin servicios especiales de recriminaciones de amuletos, sino una levitante costumbre de panfletos reciclado y esfumados por la agonía de los que ahora canto entre la noche.

Han pasado minutos, y aún no hallo el porvenir de estas llaves que codician los millares de puertas que pueden abrir, sin la necesidad de saltar por la ventana con la esperanza de morir, sólo las veo entre los anuncios legales del pasado sin una concreta correa en el presente. Pero entre este encarcelamiento de letras, no desisto entre los que hoy quiero decir, lo que hoy quiero levantar entre los demás versos, lo que hoy esta en los lapsos más ociosos del universo, lo que esta después de esas viejas noches con la única respuesta de repetir lo que ahora ha pasado.

No cabe duda, hoy entre los dedos me fluye un aroma pesado. Hoy no debí escribir, pero la obligación canta entre el recuerdo, y mi voz murmura entre la pesada obligación de narrar lo que termina entre la basura de la inexistencia.

1 comentario: