martes, 14 de abril de 2009

Puntos suspensivos


Hoy los títulos guardan la selección de su contenido, y sin menos que esperar, son ellos que celosamente y con un toque marcial, defienden el libro a morir. Ya sea la dignidad representada por los tomos o por las colecciones, cada uno es especial ante la cobertura del autor.

Pero hoy quiero adjuntar los triviales toques de un nuevo libro en marcha y no tan vacío; su nombre es: … (puntos suspensivos). Francamente el atiborrar ensayos de quejas y sensibilidades; era el desenlace de sus hojas, pero hoy me topó con un resguardo de fraternales cumplidos hacia la química del libro con lo necesario.

Tal vez me gusta el título, pero los ensayos van careciendo la insignia representante de las formas equivalentes al suspenso numeral de la abadía de las letras. Y sin los años recurrentes a este trabajo, las locuciones monótonas retrospectivas en un espacio futuro, aún no tienen los mantos supersticiosos que los libros están acurrucados. Generalmente los ensayos tomas una variante realista, pero yo quiero culminar en la gloria de correr por los pasillos de la fantasía, esculpir lo que sin forma queda, llorar lo que una novela exprime, volar entre os paraísos sanguinarios del fatalismo para poder caer en los símbolos jamás encontrados de lo que quiero.

Hoy quiero formar la columna de los remedios, llegar en la partida más convencional para quejar todo lo que empezó como un juego y reaccionarlo en la historia; como un descomunal anfiteatro de letras, cuyos símbolos son la caratula de un portal de sensaciones que recorren del amor al odio, una odisea anímica y pasional; cuyo enjuague psicológico aterriza en las variantes de arrojar mierda a quién, para rescatar la anti-lógica y cosechar la metaontología en los rituales infamados de blasfemias existenciales.

Los reflejos del pasado se conmueven ahora, todo un recinto guardado para recibir las más productivas locuras, en fórmulas mímicas de letras y ocasionalmente en enjambres negros de motivación depresiva. Dejar la correlación de sorprendentes acechos liricos por la creación de ellos, es una tarea sin descripción y consumista del creador, algo sin la voluntad de la naturaleza; sólo por la voraz costumbre de supervivencia en enfoques secundarios para la realización de un mundo afable al desecho del presente.

A veces los párrafos de visten más que nosotros, se arrojan en la realidad sin un espejo que bostece en la fantasía lo que ahora veo, un campo único y secreto para arrojar los más fusilados recorridos de sueños; cuyos propósitos se arrojan en la constitución del que los padece, sin reglamentar su existencia y fundar su tenacidad.

Sólo el reflejo de las hojas me pueden decir que soy, ya no quiero renunciar a este espasmo de controversias y recreaciones de días por noches esfumadas a la fantasía y atribuladas por la mendigencia de la felicidad en comas de tristeza. Escribir para hacer lo mejor de ello; un sueño, un portal elocuente del futuro y dejarlo en el presente, un sentimiento de luces mutas, un movimiento de fracciones estrechas, un tibio dolor de leer lo que se escribe; enamorándose de mala forma al mismo tiempo. Mas de todo esto, sólo refiero a las vocales lágrimas que caen de las sin fin noches, entre el pecado de la tristeza, las ultimas letras de los rincones estrechos a un erguimiento monumental de mis oraciones: sólo unos puntos suspensivos, para quejar una vez más el corazón ensanchado.

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